viernes, agosto 10, 2007

VENEZUELA Y EL PODER POPULAR



En Venezuela, que había sido ejemplo en la región de “democracia” neoliberal para América Latina, se evidenció otra realidad desde el 27 de febrero de 1989.
Un pueblo excluido se levantó para dejar claro que la supuesta democracia venezolana no era más que un espejismo capitalista. Ese día representó un punto de quiebre en el imaginario venezolano. El pueblo salió a la calle para no volver a entrar más, desencadenando un proceso de debates, discusión y organización, que aunado a los esfuerzos militares insurrectos de 1992, se perfiló como los años de construcción de lo que hoy llamamos la Revolución Bolivariana.
Luego del triunfo del coronel Hugo Chávez en el año 98, entró en un proceso constituyente que dio como resultado la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, hoy vigente.
El Presidente Hugo Chávez ha propuesto realizar una nueva reforma constitucional, mediante el proceso a nivel asambleario que se vive.
No obstante, también ha existido un proceso constituyente a nivel popular que se ha construido en el fragor de las luchas cotidianas y de las construcciones políticas populares que cuenta con el alentador apoyo del discurso presidencial.
Las misiones sociales del Estado (Barrio adentro, Ribas, Sucre, Mercal, etc.) han sido reapropiadas en distintos espacios por los sectores organizados. Sin embargo, las tensiones existentes entre el Estado y el movimiento popular son una constante presente en el proceso venezolano.
El tema de la propiedad privada, los múltiples embates de la derecha en el país, las mismas corrientes reaccionarias que existen al interior de las instituciones privadas y del Estado, dan cuenta de las fortalezas y debilidades que se tienen.
En este sentido, las prácticas emancipatorias se encuentran enmarcadas en esa relación Estado-movimiento social, con organizaciones que han logrado niveles de autonomía y organización, tales como la indígena por su autodeterminación, viviendistas que toman espacios urbanos, juventudes barriales por una nueva cultura, obreros que toman fábricas y organizaciones políticas que comparten junto al pueblo la previsión organizativa, cultural, económica y militar ante los posibles embates del imperio.
Estas expresiones, que defienden y apoyan el proceso liderado por el presidente Hugo Chávez, son a su vez avivados y apoyados en su organización por la política gubernamental y han construido movimiento propio, con miras a la emancipación y con intereses populares claramente marcados.
Se debe destacar que el proceso venezolano abrió y sigue abriendo las posibilidades de discusión y de construcción de apuestas revolucionarias que parecían negadas en América Latina.
La vía electoral como posibilidad de inicio de un cambio revolucionario, la construcción integradora de un frente único latinoamericano que tenga como fundamentos la solidaridad, la autodeterminación y la soberanía de nuestros pueblos, la confrontación directa hacia las políticas intervencionistas de los EE.UU. y la reedición de un socialismo posible, han sido elementos que han configurado nuevas posibilidades en el continente y en el mundo.
Es posible asegurar que el discurso contrahegemónico que produce Venezuela, explora fuera de sus fronteras y logra significativas expresiones de adhesión, de los demás pueblos, hacia una propuesta de integración indo-afro-americana, bajo presupuestos socialistas.
Últimamente se ha reavivado el movimiento opositor de derecha con el apoyo resonante de las estructuras mediáticas pro-imperialistas, a raiz del fin de la concesión del canal 2 de televisión, RCTV. Están empeñados una vez más en intentar deslegitimar y derrocar al gobierno de Chávez.
El nuevo status quo venezolano, fraguado en los últimos 8 años, ha logrado una estabilidad tal que no se prevén mayores incidencias ni consecuencias críticas venidas del mencionado movimiento.
En la vida política, sin embargo, aún en la misma construcción del Partido Socialista Unido de Venezuela, se expresa la pugna histórica de las viejas prácticas clientelistas y de formación de grupos de presión por intereses sectoriales. Éstas prácticas se enfrentan a un nuevo modelo de participación con profundidad democrática que coadyuva a la construcción del poder popular y constituyente .
Venezuela avanza en esa dirección: fluye desde abajo y construye los instrumentos para la conducción estratégica colectiva.
Con enemigos poderosos dentro y fuera de su frontera el proceso bolivariano se fortalece y avanza en la vanguardia latinoamericana en la búsqueda y construcción de las transformaciones necesarias para lograr la justicia social y la verdadera democracia.

No hay comentarios.: